Saponear
- Zenti2
- 7 jul 2022
- 2 Min. de lectura
Hacer jabones, saponear, es un arte y muy viejito. No es complejo pero tiene lo suyo, como todo.
Cuando haces jabones, primero los imaginas: diseñás su textura, color, diseño.

, si para curar alguna dolencia, para relajar los sentidos a través de su aroma, quizás darle un toque más bonito a tu baño o quizás su fin es ayudarte con la vajilla, al mismo tiempo que se reutiliza aceite.
Durante la elaboración se juega con el tiempo, para que la traza tenga la textura adecuada según el tipo de jabón que quiero lograr. También no se puede perder de vista su temperatura, ya que la de todos sus elementos tiene que ser la adecuada para que los aceites no pierdan sus propiedades. Nos perdemos en los pigmentos naturales, ya que cada uno reacciona diferente al entrar en contacto con los otros ingredientes y volamos con el diseño in situ.
Más tarde se trabaja la paciencia porque te morís de ganas de cortarlo para saber que tal quedó: las figuras, colores, que sensación te deja al tocarlo y como huele. Hay que cobijarlo bien porque no puede quedar en un lugar caluroso, pero mucho frío tampoco le hace bien. Dirás que estoy loca, pero cuando lo arropo, lo programo como un cristal. Le susurro afirmaciones y le pido que logre su objetivo. Después de uno o dos días llega el momento de cortarlos. Con mucho cariño y ansiedad, los corto, observo y agradezco. Le emprolijo sus bordes y en algunos casos imprimo un sello. Todo un proceso lleno de amor y dedicación.
Espero que el paso a paso, te contagie el sentir de una jabonera con mucho placer por sus minis elaboraciones que anhelan darte un mimo a tu piel y al alma.
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